El adicto tiene la palabra. El fundamento metapsicológico de las adicciones
de Mario Domínguez Alquicira
Domingo 29 de julio de 2012 a las 11:30 horas
Auditorio 5 de la Unidad de Congresos del Centro Médico Siglo XXI
Comentarios a cargo del Dr. Mario Souza y Machorro
LA METAPSICOLOGÍA FREUDIANA VISTA POR LA PSIQUIATRÍA CONTEMPORÁNEA
Agradezco la invitación a
presentar el libro del Mtro. Domínguez Alquicira: El adicto tiene la palabra,
porque hace oportuna la reflexión.
Me da gusto que su libro le
devuelva la palabra al A-dicto,
corrigiendo así la confusión producida por un artefacto interpretativo, quizá
debida a J. Lacan.
Addictus significa deudor o esclavo. La Alfa privativa viene del
griego y dictus del latín, por tanto
A-dicto no es una etimología válida, como muchos creen.
La obra ofrece una visión
múltiple, meticulosa y profunda, que aún permanece sin demostración científica
por la metodología de nuestros días. Consta de 6 capítulos y 262 páginas,
ilustradas con mil metáforas que leí con interés. Su recorrido plantea las
consideraciones de una pléyade de autores en relación con la fisiopatología de
la adicción, mas su visión atomizada no pretende la integralidad, ni incursiona
en la clínica del fenómeno, lo cual parece ser el objetivo de la obra.
La metapsicología, la parte más
abstracta y teórica del psicoanálisis, consta de según Freud de tres
instancias: dinámica, tópica y económica. Esta última, referente a la
circulación y distribución de la energía pulsional, es la que enfatiza el
autor. En tal sentido, se hace pertinente preguntar cómo se aplica este conocimiento,
de manera que podamos sumar su practicidad al beneficio social más allá de una
explicación complicada.
Por otro lado, la referencia a
mis libros se incluyen entre las opiniones de otros autores —distinción que
agradezco—, pero no da cuenta de su esencia, porque mi visión:
·
Preconiza el espíritu terapéutico
·
La confluencia de esfuerzos profesionales del
Personal de Salud
·
Una clínica detallada que optimice sus recursos
y los priorice de manera tal que los haga productivos con base en la actividad
psicoterapéutica, pues sólo así puede optarse por una organización útil al
manejo de este severo problema.
Otra cualidad que observo en el
libro es la dificultad de acceder a sus metáforas. Acostumbrado a la sencilla
claridad de los textos que me formaron, detecto que en ocasiones se habla en
sentido literal e inclusive con términos médicos, pero su metaforismo aun bien aplicado —propio de la doctrina lacaniana—,
dificulta la comprensión en términos prácticos, concretos y reales. De ahí que
no resulte una lectura fácil, ni pueda alcanzar a cualquier lector. Es un libro
para iniciados, porque supone conocimiento previo acerca de las hipótesis
planteadas.
A la par, las neurociencias han
probado por Resonancia Magnética, Radioimagenología, Tomografía por Emisión de
Positrones y la clínica psiquiátrica al efecto, las lesiones
anatomo-funcionales del cerebro asociadas a la adicción. El psicoanálisis y las
ciencias socioantropológicas habrán de hacer lo propio para demostrar su
participación etiológica, ya que su innegable presencia patogénica, claramente
corroborada, no traduce necesariamente eficacia terapéutica.
Al efecto habrán de analizarse
las características y condiciones de cada paciente antes de aplicar el recurso
analítico, pues no está indicado para cualquier adicto ni en cualquier momento
de la Historia Natural de su enfermedad. Asimismo, sería conveniente demostrar
la utilidad de tales procedimientos mediante resultados corroborables.
El libro propone con acierto que,
desde las primeras entrevistas, el analista debe realizar un trabajo con la demanda, para ubicar su función y
elaborar el lugar que le corresponda en la relación analítica. Pero esto corre
el peligro de ser sólo un elemento retórico porque, por un lado, se plantea que
para acceder a la demanda se requiere
la creación del síntoma definido por su articulación con el lenguaje y, por el
otro, en el intento de volver sintomático al paciente, se topa a menudo con la
dificultad —en muchas ocasiones insuperable— de “tratar convertir” a un
individuo, caracterizado precisamente por su rechazo al síntoma, al lenguaje y
a lo inconsciente por lo que debe individualizarse todo procedimiento, como recomienda la Organización Mundial de la Salud
(OMS).
El final del libro hace más
complejo lo que de suyo es harto difícil de asir, de explicar y de utilizar, al
concluir ¡con una pregunta!... cerrando con ello la factibilidad terapéutica,
en la medida en que no se establezca una relación clínica que permita la
realización de una estrategia en la que, a partir de una determinada maniobra
psicoterapéutica orientada psicoanalíticamente o bien psicoanalítica pura, se
incluyan otros recursos. Ello dependerá siempre del tipo de caso y sus
posibilidades reales, con base en su evaluación clínica inicial.
El abordaje conjunto requiere de
apoyo farmacológico y éste de:
·
Una Alianza Terapéutica adecuada,
·
Valoración del Estado de Salud durante el
manejo,
·
Adherencia al Tratamiento bajo Enfoque
Colaborativo y Negociador
·
Control del Consumo de Drogas durante el
Tratamiento.
Todo ello dirigido a lograr
·
Conciencia de enfermedad
·
Manejo de mecanismos defensivos
·
Desarrollo de alternativas sanas y realistas
para enfrentar las presiones internas y externas
·
Desarrollo de tolerancia a la frustración y a la
demora
·
Desarrollo de control de los impulsos,
reforzados por un esquema de prevención de recaídas, antidoping y psicoeducación.
México no cuenta con un Programa
Nacional de Tratamiento Integral en una Red de Servicios dotados de todos los
recursos, apoyados en laboratorio y gabinete para la procuración de un
diagnóstico adecuado y, tras éste, la acción correctiva que corresponda a cada
uno de los afectados y a sus familias, a manos de personal preparado en los
diversos temas que forman este problema de salud pública.
En el planteamiento
psicoanalítico del texto, la solución parece clausurarse al reconocer:
·
La falta de demanda del paciente
·
Su no conciencia de enfermedad y
·
La no presencia del síntoma
Tal enfoque se oblitera en la praxis:
·
Al no disponer de una propuesta que inste al
paciente al reconocimiento de su problema, invitarlo a participar del manejo a
través de entrevistas motivacionales y
·
La disposición y apertura profesional
Si los profesionales no
realizamos una persuasión terapéutica, el paciente no acudirá o, si lo hace, no
aceptará la visión ofrecida porque, entre otras cosas, se le responsabilizará
del problema y ya no tendrá opción de descargar en otras personas o
circunstancias la grave problemática en la que cae y derrama a la sociedad
generosamente.
El adicto es un paciente especial
que debe visualizarse desde varias ópticas a la vez. La metapsicología es una
de ellas.
Felicito al Mtro. Domínguez
Alquicira por ofrecernos una revisión interesante que abrevar, por su
generosidad en compartir y también por el solo hecho de escribir sus
inquietudes.
***
Es un principio básico para hacer la crítica de un libro, que se la haga desde la misma lógica que gobierna su construcción. Ya que no existe verdad última, lo mejor que podemos pedirle a un libro es su coherencia con los principios que lo gobiernan, cosa que al libro de Mario Alquicira le sobra. La crítica de Mario Souza pareciera montarse sobre una verdad última y única donde el drama del sujeto singular se pierde en la maraña de un listado de recetas a seguir válidas universalmente, sin lugar a ningún interrogante.
Pero lo más chocante, al menos para mí, es esa felicitación y ese agradecimiento del final que exhibe esa "necesaria hipocresía para convivir en sociedad" (S. Freud, "Sobre la guerra y la muerte").
Héctor López, Buenos Aires, Argentina, 4/08/2012