jueves, 23 de noviembre de 2023

Fondo Documental José Agustín

 Primera biblioteca pública rockera en México




Federico Arana, Alejandro González Castillo, Mario Domínguez Alquicira, Federico Rubli, Rodrigo Farías, José Hernández Riwes Cruz, Rafael “Sr”. González, Tere Estrada, Hugo Serna, Fausto Arrellín, Merced Belén, Humberto Manduley.

Probablemente ustedes, como yo, los conocen; también espero que los hayan leído.

Hoy, los que entramos a esta biblioteca en forma de libros a formar parte del Fondo Documental que acertadamente lleva por nombre el de José Agustín, tenemos algo en común.

Más de una cosa diría yo.

Además de que nos gusta y nos apasiona el rock, nos parece importante conservar un poco de la memoria acerca del mismo, no importa si es anglosajón o local. Lo importante es plasmar el sentimiento, el amor, la admiración que esta música despertó en nosotros y que en un momento determinado de nuestras vidas nos llevó a tomar la pluma primero, ahora la computadora. para escribirla.

No creo que ninguno de los aquí reunidos en persona o libro, haya crecido en la adolescencia con la idea de convertirse en escritor. Fue el tiempo, la magia de la música, el hechizo de la misma el que nos llevó a la mayoría a los brazos de Euterpe y luego a coincidir en el Chopo, sitio fundamental para el crecimiento de la cultura rockera de este país.

Y no deja de ser significativo que la biblioteca que hoy alberga el Fondo Documental José Agustín, esté a un lado del Tianguis Cultural del Chopo, hoy declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Ciudad de México. Parafraseando a Augusto Monterroso podríamos afirmar: “Cuando la Biblioteca Vasconcelos se construyó, el Chopo ya estaba allí”.

Roberto Vázquez “Mamys”, Arturo Olvera, Raúl de la Rosa, Vicente Terán, Juan Jiménez, Jorge Velasco, Javier Hernández Chelico, Liliana García, Jaime Flores, Rafael Acosta, Jorge Cervera, Luis Kelly, David Moreno, Tere Chacon, Arturo Espinoza, Marco Antonio Brito. Ellos también son escritores y tampoco pensaban que algún día entrarían a formar parte de un Fondo Documental en una Biblioteca que, por otra parte, a partir de este momento se convierte en la única en contar con algo así.

Claro, en un país en donde la cultura es considerada esencial, cada una de las bibliotecas ha de comprar por lo menos un volumen. Desafortunadamente eso no pasa, lo cual viene a mostrarnos otra liga existente con el Tianguis del Chopo. La mayoría de estos libros han sido resultado de procesos autogestivos, sus autores han conseguido fondos o echado mano de su propio patrimonio para llevar a cabo esta empresa porque, con algunas honrosas excepciones, ninguna editorial ha dado adelanto a alguno de nosotros para escribir.

Tampoco importa; en realidad, como dicen los españoles, no la sudan.

Otra cosa que nos une a los aquí presentes y también me enorgullece y estoy seguro de que también les enorgullece a ellos, es que no hemos esperado que venga alguien a decirnos qué hacer. En el mejor espíritu del Do it yourself, lo hemos hecho porque sabemos de la necesidad por documentar uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la cultura mundial, porque el rock, aunque siempre se le está matando, es una fuerza imparable y hoy, me parece, a pesar de que no sólo se le está matando, sino que no forma parte de los intereses de la industria musical, se convierte nuevamente en un arma importante de la resistencia.

El capitalismo no se ha vuelto más agresivo y voraz que en épocas anteriores, sólo es más cínico, por tanto, este proceso de resistencia se hace más imperativo en la actualidad.

Escribir no es un acto egoísta ni fútil como muchos lo creen. Escribir es una forma de compartir vivencias, conocimientos, experiencias; pero escribir acerca del rock en México es imperativo; porque necesitamos documentar lo que está pasando en este país, no sólo como un acto de resistencia, sino como una manifestación artística, como la expresión cultural de una parte del pueblo que se ha gestado aquí desde 1956 cuando llegó como rock and roll a nuestro territorio.

Hay mucho trabajo por hacer, pero hoy estamos de plácemes porque sabemos que este trabajo estará aquí, esperando a esas mentes curiosas y deseosas por saber y conocer acerca de nuestro pasado para construir un mejor futuro… Lo deseamos todos.

Un agradecimiento profundo a Toño Pantoja que, nuevamente, hace una de las suyas.

También, por supuesto, a José Mariano Leyva, director de la Biblioteca Vasconcelos por acoger la idea y destinar un espacio para el Fondo Documental. No podemos pasar por alto la labor de Francisco Salvador Nava, subdirector de Servicios Bibliotecarios y a todo su equipo en general.

Para concluir, quiero hacerlo con una cita de Claudio Magris, escritor triestino que algo sabía de la batalla por la memoria, quien escribe en uno de sus hermosos ensayos: “Acaso una de las tareas que nos ha sido encomendada para realizar en la Tierra, sea la de luchar contra el olvido… La memoria no es nostalgia sentimental del pasado, sino un intento por salvar de la muerte al individuo, su valor y su significado”.

David Cortés