viernes, 3 de agosto de 2012

Presentación del libro "El adicto tiene la palabra" en la Universidad La Salle

En el marco de la Feria del Libro 2012 de la Universidad La Salle
se presenta el libro
El adicto tiene la palabra.
El fundamento metapsicológico de las adicciones
de Mario Domínguez Alquicira
el jueves 9 de agosto a las 19:00 horas
en el Auditorio del Centro de Multimedios
Comentarán:
Mtro. Mario Bejos Lucero
Mtra. María Elena Castro Sariñana
Dr. Jorge Llanes



Texto de María Elena Castro Sariñana sobre
El adicto tiene la palabra


Con la publicación del libro El adicto tiene la palabra, nuestro colega y amigo Mario Domínguez Alquicira, ha podido trasmitirnos su propia palabra sobre la forma en la que entiende las adicciones a partir de sus fundamentos metapsicológicos.

En primer lugar, agradezco a Mario por invitarme a comentar su libro y por permitirme reflexionar tanto sobre la práctica psicoanalítica —misma que desconozco a pesar de mi formación profesional como psicoterapeuta de adolescentes con orientación analítica—, como acerca del tema de las adicciones que también desconozco a profundidad, aun cuando se relaciona en muchos ángulos con mi práctica actual en investigación de riesgos psicosociales y desarrollo de modelos preventivos. A pesar de haber atendido pacientes con problemas derivados de su consumo de drogas, nunca he tratado clínicamente a un adicto ni he estudiado la teoría psicoanalítica más allá de algunos textos que considero indispensables en mi formación como psicoterapeuta.

Por ello, me disculpo de antemano con ustedes por si acaso cometo algún error de apreciación en la lectura del texto y, al mismo tiempo, agradezco a Mario haberme obsequiado su libro, pues me permitió aprender y reflexionar desde una nueva perspectiva aspectos relacionados con la adicción y con el psicoanálisis mismo.

Se trata de una investigación bibliográfica. Mario estructuró su libro en siete capítulos, que le son necesarios para desarrollar y demostrar, con base en la literatura existente, su hipótesis metapsicológica fundamental (expuesta en la página 186):

En las adicciones tendría lugar una falla en la función integradora, protectora, ligadora del yo. Por ello, un propósito importante de la droga sería el de proveer una coraza contra las cantidades excesivas de energía que irrumpen en el sistema, ocasionando una ruptura de las barreras (dispositivos protectores). Ese violentamiento del límite y afluencia de energía móvil, “no ligada”, proclive a la descarga, causa esencialmente dolor, por lo que la droga opera como un “parche”, un tapón o dique de contención, que restablece artificialmente la consistencia yoica.

La motivación de Mario es transmitirnos con su palabra que la adictología y el psicoanálisis no son dos campos teóricos separados, sino que se pueden articular. Basa el sustento de su hipótesis en Freud, como creador del psicoanálisis y fundador de la psicofarmacología, y subraya la importancia del punto de vista económico del aparto psíquico como fundamento metapsicológico para explicar las adicciones, lo cual no entra en contradicción con los últimos descubrimientos de la neurofisiología. La adicción —según se demuestra a lo largo del libro— es un trastorno de lenguaje, es la supresión toxica de la memoria.

Para llevar a cabo su investigación bibliográfica y comprobar sus hipótesis epistémicas, Mario se fundamenta principalmente en el “Proyecto de psicología para neurólogos” en el que Freud encontró las bases neurológicas para describir, en su primera y segunda tópica, el funcionamiento del aparato psíquico.

Mario organiza su material haciendo un recorrido histórico sobre la evolución de los conceptos psicoanalíticos en relación a la adicción  para mostrarnos después dos horizontes: el genealógico y el epistemológico, rematando con el “Proyecto” de Freud. Dedica los dos últimos capítulos a organizar los materiales en relación a su hipótesis sobre los fundamentos metapsicológicos. Su tesis central es “la economía psíquica de la adicción”,  capítulo en el que organiza sus textos con encabezados metafóricos que dan cuenta de lo que sucede en esta economía psíquica en los procesos adictivos. Sintetiza de manera muy interesante los complejos mecanismos que se suceden en el aparato psíquico del adicto: la hemorragia psíquica, el reloj de arena de la droga, el álgebra de la necesidad, el vértigo de lo real, la patología del acto, de lo visible a lo inteligible, el sujeto alucina su mundo, la máquina de borrar, la ruptura violenta, los ojos sin párpados, la célula que explota, la ecuación celular de la droga, la sed de absoluto, un mundo sin memoria y sin tiempo, el tiempo de la droga.

El punto de vista más difundido del psicoanálisis de la adicción se centra en el abordaje hermenéutico y no en el económico. Al leer el segundo capítulo abocado a recorrer la historia y evolución de los conceptos psicoanalíticos sobre las adicciones, fui impactada por el texto a muy distintos niveles y de muchas maneras; pude recordar la forma en la que el psicoanálisis en sus inicios relacionó el alcoholismo y la homosexualidad reprimida, la relación entre la necesidad de embriagarse y la no satisfacción del instinto, la cura focalizada en hacer consciente lo inconsciente, el mundo interno del adicto plagado de depresión, tendencias suicidas, deseos de muerte, tendencia a eludir las responsabilidades, la autoestima como el mayor mecanismo psicodinámico que subyace al abuso, la grandiosidad reactiva del adicto, su disposición narcisista, su desintegración psíquica, las dificultades a las que el paciente enfrenta al terapeuta y la imposibilidad de adaptar los supuestos de la técnica a las características del adicto que hacen que los psicoanalistas se cuestionen si dicha enfermedad es abordable con el psicoanálisis, la personalidad pre-mórbida que encuentra en la droga una seudo satisfacción, la droga como el símbolo de la leche deseada, etcétera. En este recorrido me impactó el gran esfuerzo que se ha hecho desde el marco de referencia teórico del psicoanálisis por entender y explicar los comportamientos adictivos y la frustración de no poder ofrecer una respuesta óptima para actuar en beneficio de los pacientes. Y como el adicto no puede transmitir su experiencia en el marco que su psicoanalista le propone, el desencuentro es permanente… la ansiedad persecutoria del paciente, su autodestrucción, los mundos que habitan en el adicto que no pueden ser nombrados y en su psicoanalista no pueden tener significado porque no se han hecho palabra… son actos.

El segundo impacto al leer el texto fue suscitado por sus referencias al origen de la enfermedad, que algunos autores sitúan entre los seis y dieciocho meses de edad en un vínculo frustrante con la madre, en el Estadio del espejo, que se describe como el espejo roto, fue que me hizo reflexionar en que cuando intervenir es tan complejo, prevenir es la solución… Pero ¿cómo educar a una madre imposibilitada para vincularse con el bebé?, quien muy probablemente ofrece a su hijo un espejo roto que no es más que reflejo de su propio espejo roto, que ha sido a su vez dado por su propia madre… y uno piensa que tiene que haber salida, que tiene que haber un camino para los seres que transitan en tinieblas por el camino de su existencia.

Conforme avanzan las citas, mi sensación de desconsuelo me evoca una frase: lo que tu madre no te dio, te lo dará el universo y el universo son los otros, los que no son tu madre pero también te impactan, se vinculan, te ayudan desde afuera a construir adentro, quizá no a una hora determinada en una silla o en un diván, el universo encontrara la forma.

Continúo y paso por la revisión de autores que, conforme se acercan al siglo pasado, llegan al terreno de la experiencia espiritual que la misma droga descubre, porque está ahí dentro de nosotros y aprendo, gracias a Mario, que Carl Gustav Jung y su experiencia con su paciente alcohólico lo llevó a ofrecer una respuesta en los grupos de A.A. para dar el salto de la ilusión de la droga a la certeza espiritual, se empieza entonces a hablar ya de los recursos espirituales para la recuperación del adicto. Un psicoanalista que da una opción para la noche oscura del ser, el hecho que se produce en el límite de desesperación que te puede hundir o te puede abrir el camino de la iluminación, el impacto de desesperación al leer el texto se vio entonces reconfortado, el despertar espiritual como opción, tenemos derecho a los estados alterados de conciencia que los no adictos han encontrado en la droga, sólo para descubrir que esos estados no son propiedad del fármaco sino de nuestra condición humana, el asunto es que el uso no adictivo de las drogas con propósitos de expansión de la conciencia y con propósitos curativos requieren un aparto psíquico integrado, el psicoanálisis químico descubrió las propiedades de la droga pero no aportó una solución a los adictos, sólo confirmó la frase de Baudelaire: “los que buscan paraísos externamente crean infiernos”, donde termina la vida exterior inicia la vida interior y el adicto no tiene esa vida interior, no la puede crear, construir, vivir, porque, como dice Mario, mas allá de la hermenéutica, su aparato psíquico esta dañado, desde edades muy tempranas, el adicto es el sin palabra, no tiene lenguaje, sistema, aparato, estructura para nombrar. Irónico el titulo del libro: El adicto tiene la palabra… ¿Cuál? La de su psicoanalista, la de su madre, la de las personas que lo rodean. Es la palabra del Otro, la de los psicoanalistas que sí tienen ese mundo interior y esa capacidad de nombrar. Por eso una gran diferencia entre los psicoanalistas que toman el punto de vista hermenéutico para explicar y tratar al adicto y los que toman el punto de vista económico, nos dice Mario, es que los primeros consideran a la adicción como un síntoma y los segundos —como Salamonovitz dicen que la adicción no alcanza a ser síntoma, ellos deben de transitar del silencio a la palabra para construir un síntoma.

El siguiente impacto en mi lectura fue entender el símil que Freud hizo entre el funcionamiento del sistema nervioso y el funcionamiento del aparto psíquico, cómo el Sistema Nervioso Central (SNC) tiene la misión de mantener el nivel más bajo de tensión posible, sin llegar a la descarga total, para mantener la posibilidad de construir la memoria, las células del recuerdo. Cuando Freud trasladó los principios descubiertos del funcionamiento del SNC al funcionamiento del aparato psíquico empieza, la aportación que Mario nos ofrece en su libro con una explicación energética de las adicciones por encima de la explicación hermenéutica, basada en lo que Freud dijo ¡hace casi dos siglos!

En sus metáforas sustentadas en revisión bibliográfica psicoanalítica nos explica Mario cómo el aparto psíquico del adicto sufre de hemorragia psíquica, no hay barreras de contacto, está afectada la permeabilidad e impermeabilidad de los canales, hay un vaciamiento energético que lleva al aparato al vértigo de lo real; no estamos entonces en el terreno del síntoma, estamos en el terreno de la acción, tejer y destejer y el tejido nunca se forma, no puede usarse para aprender de la experiencia, es el trastorno del impulso, la droga ofrece placer inmediato, y para aquellos que son no adictos, ofrece estados crepusculares y descubrimientos de alteraciones de conciencia y vida espiritual que no está en la droga, ésta solo nos enseña el camino, pero para aquellos con fallas esenciales en su aparto psíquico este placer se torna en dolor permanente, huir del dolor, interrumpir la marcha del tiempo una y otra vez, esto significa simbólicamente muchas cosas para el otro, para la palabra del otro, pero el único propósito del adicto es llegar a tener palabra con la ilusión de que la droga se la dará.

Sin duda, como dice Mario, la adictologia actual con todos los descubrimientos de la adicción como enfermedad del cerebro y ahora como enfermedad de un aparato psíquico incompleto, me deja claro que para los adictos la clave no es hacer consiente lo inconsciente, es llegar a tener un aparato psíquico que permita acumular recuerdos que construyan síntomas y entonces tener esa palabra que nombre los sucesos del mundo interno y no una droga que crea una ilusión de contención.

Al final tenemos todos, psicoanalistas, adictólogos, preventólogos, investigadores psicosociales, el mismo anhelo que el adicto, entendemos mucho pero tenemos muy poca tecnología útil para aliviar al adicto y sus familiares y acercarnos a su dolor, a su noche oscura del alma. En ese sentido, los grupos de A.A. tienen una comprensión vivencial más real: si dentro no hay sistema, construye tu sistema de ayuda mutua afuera. Y si el universo de amor que nuestra madre nos ha ofrecido ha construido nuestro mundo interno, otros amores pueden ayudar a que el adicto reconstruya su aparto psíquico. Quizá la adictología actual, el psicoanálisis y los interventores sociales nos dediquemos en el siglo XXI a construir la tecnología del amor.

Gracias Mario por provocar en mí estas reflexiones, sigamos adelante en nuestros esfuerzos por contribuir a que el adicto y todos los que sufren un gran dolor, rescindan su contrato con la adversidad.


***
[Texto leído por la autora en la presentación de El adicto tiene la palabra. El fundamento metapsicológico de las adicciones (Noveduc, Buenos Aires, 2012), Universidad La Salle, agosto 9 de 2012.]

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