lunes, 23 de mayo de 2011

Libertad en el psicoanálisis

Pablo España
María Elena Rivera

Entre los extranjeros que tuvieron que dejar atrás su tierra y aportaron muchas cosas a México se cuenta al doctor Pablo España, miembro destacado del Círculo Psicoanalítico Mexicano, quien falleció el 25 de enero de 2007.

            Su llegada a México fue similar a la de muchos españoles que huyeron de la dictadura franquista: siendo un niño, con su familia atravesó a pie la cordillera de los Pirineos para llegar a Francia, donde permaneció por un tiempo en un campo de concentración para refugiados republicanos. Posteriormente pudo trasladarse a la República Dominicana, donde vivió en condiciones precarias, situación que lo trajo al país donde decidió naturalizarse mexicano y donde definió su vocación de psicoanalista.

            “A él le estuvo destinado un lugar privilegiado en la historia del movimiento psicoanalítico nacional”, afirma Mario Alquicira, coautor de varios trabajos con Pablo España y de cuya semblanza sobre este último hemos tomado diversos datos.

            En efecto, Pablo España formó parte del Círculo Psicoanalítico Mexicano (CPM) casi desde sus inicios, donde fue codirector del área clínica y director del Cine Club Debate a lo largo de 14 años. El Círculo fue instaurado en 1971 por Armando Suárez, Raúl Páramo y Jaime Cardeña, bajo la influencia teórica de Igor Caruso, quien realizó parte de su preparación psicoanalítica con August Aichhorn, colaborador directo de Sigmund Freud.

            Afiliado a la Federación Internacional de Círculos de Psicología Profunda, ese primer CPM se encontraba bajo la orientación psicológico-social carusiana. Entre los lineamientos de la federación destacaba “el mínimo común divisor”, que incluía “una técnica psicoanalítica clásica (de corte freudiano) y una apertura a todas las cuestiones de tipo social”, por lo que no sólo se estudiaban los textos de Caruso sino también se abrió la discusión a las obras de Carlos Marx, Federico Engels, Wilhelm Reich, Erich Fromm, Teodoro W. Adorno, Max Horkheimer y Herbert Marcuse, estos últimos tres pertenecientes a la Escuela de Frankfurt. La producción teórica y ensayística de Pablo España, de esta manera, abarcó diversos temas relacionados con las ciencias sociales y el arte.

            En el contexto de los lineamientos de libertad organizacional que prevalecen en el CPM, Pablo España fundó el cine-club debate “El psicoanálisis y el cine”, cuyo eje ha sido la promoción del vínculo del psicoanálisis con la sociedad y la aplicación del saber psicoanalítico a otros campos del conocimiento, por lo que al final de cada función un analista, un crítico de cine o un especialista en otro arte promueven el debate entre el público.

            Acerca de la relación entre cine y psicoanálisis, Pablo España explicaba que los sueños son reflejo de los deseos o la angustia: “El cine también se ocupa de esos temas —agregaba—; en ese sentido es como un sueño dirigido. La imagen cinematográfica es más poderosa que las que pueden ofrecer el teatro y la literatura. Las imágenes en la pantalla pueden producir choques emocionales a los espectadores. No es que el cine sustituya al psicoanálisis como método de conocimiento, pero sí puede provocar una catarsis en el diván cuando ocurre el insight o sentido de la remoción”. (El Financiero, 14 de marzo de 2003).

            Asimismo, en los años setenta, parte del “mínimo común divisor” del CPM fue la acogida a un grupo importante de analistas sudamericanos que eran perseguidos por la dictadura de sus países, entre quienes se cuentan los lacanianos Néstor Braunstein y Frida Saal. De esta manera, Pablo España adquirió el conocimiento de otras escuelas para incorporarlas a su clínica; estudió psicoanálisis de niños con Silvia Bleichmar y la obra de Jacques Lacan, bajo la dirección de Armando Suárez y Tomás Segovia, el primer traductor al español de los Escritos del médico francés, quien reconstruiría la obra de Freud con base en la antropología, la lingüística y las matemáticas.

            Pablo España se mantuvo muy activo siempre, incluso durante sus últimos días, cuando dejó lista para la imprenta la reedición de su primer libro: Determinismo y libertad en el psicoanálisis, cuya aparición se dará en el transcurso de este año, y también organizó el ciclo 41 del cine club, que ahora está bajo la dirección de Mario Alquicira, su colaborador más cercano. El ciclo 42, denominado “Duelo, deuda y gratitud” estará dedicado a su fundador y tendrá lugar de abril a agosto, como siempre, los sábados, a las 18 horas, en la Casa de Cultura Jesús Reyes Heroles.

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[Texto publicado por María Elena Rivera en El Financiero el martes 27 de marzo de 2007.]

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